¿SE PUEDE VER A DIOS EN UN DESDOBLAMIENTO ASTRAL?

Si no podemos ver a Dios en este mundo, está demás que lo busquemos en otros. Si no podemos comprender que cada partícula sub atómica, cada átomo,  cada molécula, sea esta orgánica o inorgánica, guarda en su interior la fuerza de Ser, una energía misteriosa que hace que se organice y forme organismos complejos y sofisticados capaces de llegar a ser conscientes de sí mismos, no vamos a ver a Dios, nunca.

Dios no está en algún lugar, no está abajo ni arriba, ni a la derecha ni a la izquierda. Dios está frente a tus ojos, esperando que te des cuenta y lo reconozcas.

Dios es, Él contemplándose a sí mismo por la eternidad. Cuando veo mi alrededor, Dios está mirando a través de mis ojos, se está viendo en todo lo demás, y todo lo demás lo está viendo. Eso es lo que nos quisieron enseñan desde siempre los iluminados.


El hombre de barba blanca, solo cabe en los libros y en las creencias. El hombre con túnica, que señala y juzga, que te anota en un libro y te castiga hasta con la muerte, no existe.
Bajo la perspectiva de que en todo está Dios, porque todo es Él, absolutamente todo es divino. Cada piedra, cada insecto, cada mamífero, cada planta, cada virus, cada bacteria -sea esta saludable o no- es divina.

No hay nada en esta dimensión y en las otras que no esté impregnado de su energía. Dios, es el de las infinitas caras, el de las infinitas formas. No tiene elección ni predilección por nada ni nadie, y a todos nos inunda con su energía. Todo lo que hay en el universo es gracias a Él.

La teoría de la evolución, no es otra cosa que Dios manifestándose en este mundo como solo Él sabe hacerlo. Dios experimentándose en la vida, en la muerte, en la lucha, en el triunfo, en la derrota, en la felicidad, en el dolor, en la calma, en la tormenta, …, eso lo que nos grita este mundo y no podemos entenderlo.

No existe el demonio, ni el diablo, ni satanás, y si existieran ellos también serían divinos, porque sin la energía de Dios, simplemente no podrían existir.

No hay mal, ni bien; ni luz, ni oscuridad. Cuando se trata de Dios, la dualidad desaparece. Cuando se trata de Dios, todo es igual, y es uno. Somos nosotros que por nuestras conveniencias hemos malinterpretado y distorsionado lo que es absoluto, para manipular, ganar poder y dinero, pero aún en eso está Dios.

Si vamos a buscar a Dios en el Astral, ¿qué vamos a encontrar? Probablemente encontremos al Dios de nuestras creencias.

Si creemos en una figura antropomórfica, seguro que así se nos presentará. Y si somos católicos o cristianos, veremos al dios de nuestra preferencia.

No es necesario buscar a Dios en el Astral, ni en ningún lugar, porque Él está en ti, en todo lo que podemos percibir, y en lo que no podemos percibir aún.

Es un absurdo buscar a Dios en la forma de alguien o algo en la Tercera o en las otras dimensiones. Es un acto de locura querer ver a Dios separado, lejos de nosotros, expresándose en una persona, o en algún amuleto o estatua.

Cuando salimos al Astral, debemos comprender que esa Dimensión existe gracias a Dios, que esa dimensión es Él, como esta dimensión es Él.
Es difícil despersonalizar a Dios. La idea de Él que nos han enseñado de niños, no deja que comprendamos que Dios es todo, incluido nosotros.

Dios no va a venir ni en el Astral ni en el Mundo Físico a decirnos esto o aquello. Esa no es su  manera de comunicarse. Tenemos que empezar por reconocer que nosotros somos Él, que TODO, absolutamente TODO es Él, para que eso ocurra, además debemos dejar atrás a todos los maestros, santos gurús, guías, sabios, etc., y decidir escucharnos solo a nosotros; entonces, cuando hacemos eso, ocurre algo mágico; como nos hemos reconocido como Él, Él, se expresa libremente en nuestros pensamientos, sentimientos, y acciones.

Reconocer esa parte divina que todos tenemos, es comenzar a comprender a una vocecita que nos habla al oído cosas increíbles. Reconocer nuestra divinidad, hace que podamos comprender las infinitas manifestaciones de Dios en nosotros y en todos los demás. Reconocer nuestra divinidad, nos hace vivir en un mundo lleno de sorpresas y armonía natural. Ya no estamos disgustados con nada ni nadie. Sabemos que por distorsionada que sea la imagen de Él, ÉL, sigue siendo ÉL.





Ivan Guevara

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